Instalación y Reparación de Calderas

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¿Por qué cambiar los radiadores?

 

Los radiadores son los elementos más usados como emisores de calor en las calefacciones por agua caliente, proporcionan al ambiente el calor necesario  para mantener la temperatura de confort elegida.

La emisión calorífica de los radiadores está basada en los principios convección y radiación. La convección se produce debido a la recirculación del aire del habitáculo por la superficie del emisor; y la radiación se transmite en forma de frentes de ondas. El calor total que cede el radiador es la suma de convección y radiación.

Los radiadores están formados por elementos independientes unidos entre si. La capacidad calorífica total viene determinada por el número de elementos.

Los radiadores pueden ser de acero, hierro fundido o de aluminio. 

Los radiadores de aluminio inyectado tienen una capacidad de disipación de calor mucho mayor que los de  chapa de acero o hierro, consiguen radiar calor de forma más inmediata,  transfiriendo todo el poder calorífico de la instalación al ambiente de forma sencilla.

Si su instalación de calefacción esta formada por los antiguos radiadores de chapa o hierro fundido, nosotros aconsejamos que los sustituya por nuevos de aluminio. Con ello ganará más confort, una temperatura ambiente mas estable y un importante ahorro en su factura de consumo.

El radiador de aluminio inyectado es el más idóneo para ofrecer la mejor transferencia de calor a una estancia, el que mayor ahorro energético ofrece y el que menos combustible necesita para obtener la misma temperatura.

Antiguamente sólo existían radiadores de hierro fundido y las instalaciones eran alimentadas con carbón como combustible. El carbón tiene mucho poder calorífico y daba mucho calor a la estancia cuando el radiador se calentaba, pero tardaba mucho en hacerlo. Cuando se apagaba la caldera los radiadores permanecían calientes durante mucho tiempo, pero ese calor residual de los radiadores de hierro fundido no calentaba la estancia sólo se limitaba a calentar la mano cuando la acercamos a estos.

Actualmente el combustible generalmente empleado es el gas natural. Tiene un poder calorífico inferior al del carbón, y será más o menos eficiente dependiendo del tipo de radiadores que tengamos. Si mantenemos los de hierro nos va a costar mucho tiempo y dinero conseguir la temperatura ideal en nuestra vivienda.

Lo mismo ocurre con los radiadores de chapa de acero, se calientan rápidamente y enseguida “queman” si los tocamos, dándonos una impresión equivocada de lo que está pasando. Cuando algo quema, no es porque dé calor sino todo lo contrario: está tan caliente, porque se “queda” con el calor y no lo desprende. Los radiadores de acero son los más baratos del mercado con diferencia y por eso son los utilizados por casi todos los constructores a la hora de construir una vivienda, ahorrándose bastantes euros, que sumados a los de todas las viviendas de un edificio, suman una cantidad verdaderamente importante.

 ¿Qué es lo que sucede? Que el normal desconocimiento del nuevo propietario le lleva a pensar que como estos radiadores, al poco de encender la caldera, enseguida "queman" ...son estupendos.  El acero tiene la propiedad de acumular el calor en torno a sí mismo pero no lo traslada a la estancia, para que eso suceda tenemos que hacer lo mismo que con los de hierro fundido, aumentando el coste del calentamiento de la vivienda. Hay muchas viviendas con radiadores de acero  donde los propietarios apenas encienden la calefacción para no tener que hacer frente a las elevadas facturas de gas, en muchos casos, impagables.

Los radiadores de Aluminio   se comenzaron a instalar hace algo más de dos décadas,  su coste era muy superior a los de chapa de acero, motivo por el que, ante el desconocimiento del consumidor, los constructores de viviendas continuaron incluyendo  radiadores de acero en la memoria de calidades de las viviendas de obra nueva. El aluminio tiene la propiedad de transmitir instantáneamente el calor  que recibe del agua caliente a la estancia donde se encuentra ubicado. El resultado es un radiador que no tiene por qué “quemar” si lo tocamos  pero que calienta la estancia más rápido y de manera más eficiente, homogénea y mucho más económica.

 

Con la nueva instalación de radiadores, al principio el usuario toca los radiadores y al estar a menor temperatura que los que tenían antes cree equivocadamente que calientan menos, cuando ese calor que no nota en la superficie que toca ya se encuentra en la estancia. Las dudas quedan despejadas cuando reciben la primera factura de gas después de haberlos sustituido.

 

 

 

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